Los mejores rincones de la ciudad son eternos, y muchas veces olvidados. El descuido de la ciudad es solo uno de tantos males que la corrupción estatista nos ha traído el último siglo; pero no faltan nunca los nostálgicos que disfrutan de la esencia más que de la realidad, disfrutan más del espíritu que del cuerpo y cuéstales diferenciar la realidad, no de la ficción, sino del pasado a la máxima hoy más que nunca latente "todo tiempo pasado fue mejor".
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Precisamente es uno de estos lugares el que queremos exponeros hoy; revelamos una ubicación que debería ser secreta por su valor, pero que las circunstancias vuelven deber, en contra del egoísmo, difundir.
En algún lugar (tampoco hay que ser explícitos, ah) dentro de alguna galería cerca a... ¿Alguna plaza limeña?... Bien, bien; se trata de la plaza Francia, con eso es bastante, señores, será fácil para el que disponga de tiempo e interés inquirir lo demás.
Continuamos. En algún lugar dentro de alguna galería cerca a la plaza Francia se encuentra uno de los más reconocidos señores del ámbito cultural centrolimeño, no será complicado dar con él porque, si no se encuentra concentrado el café o el cigarro, su presencia misma hace que uno se le acerque, si es que sus brazos no lo hacen antes con la más descarada naturalidad. Su nombre, Víctor Raúl, pero si preguntan por él es muy poco probable que por ese nombre se lo ubique, corresponderá al lector dar (e informarnos, solo con eso podríamos confirmar que la travesía concluyó exitosamente) con el nombre con que amigos (y los que no lo son) lo conocemos. Utilicen el distintivo del Club del diálogo (saben bien cuál es, caballeros) y partan en su búsqueda al nunca decepcionante centro histórico de la ciudad, sabrán reconocerlo con esta reseña, si es que él no los distingue antes, asociados. Tengan ustedes muy buen día.
- Guillermo Saavedra, presidente.
PD: No olviden invitarle un buen puro de parte mía.
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